Ella empezaba poniendo título a sus textos. Después rellenaba huecos con tapones de oídos esponjosos que se adaptaban perfectamente a los paréntesis vitales que día a día se concedía. Eran escasos e infrecuentes. Frenéticos sin llegar a atosigar a nadie. Solo a ella misma.
Se escapaba el hilo conductor por encima de su cabeza. Y ella trataba de seguirlo en una persecución absurda en la que hallar el motivo. No se topó con él en el paréntesis esponjoso como un tapón de oído; ni en los vacíos informes del corcho revenido.
Solo un título.