En algún lugar escribí que cuento por semanas desde que estás en mí. Inauguramos la 22, en la que se supone que debería empezar a notarte, ¿dónde andas? Te siento cerca pero no lo suficiente para disipar lo oscuro. Cuando hayas nacido habrás viajado en tren y escuchado muchas voces. El llanto de un hijo por la posibilidad de pérdida . Pero quiero que sepas que tu padre ríe mucho más que llora. Me habrás sentido a mí, hablando con tus abuelas y tus tías de absurdos regímenes de visita que impone el dinero. De lucha absurda y voluntades injustas. De tantas cosas, que casi nada entenderás. Y, sin embargo, aquí andas tú, abriéndote paso a pesar de todo. Y, solo por eso, ya te quiero.
Perdona, hija, el desorden.